domingo, 28 de diciembre de 2008

Bee Movie

Hay una cosa que es imposible que no suceda al ver Bee Movie: reírse. Reírse mucho, de muchas maneras. Por un lado, podemos decir que Bee es, efectivamente, un retorno de Jerry Seinfield y de su comedia; una producción más de Dream Works, que toma ese talento y lo anima en un mundo abejístico que opera exactamente igual al nuestro. Las abejas son como los humanos, con algunos caprichos diferentes. Es, muy en breve, el Seinfield de la serie hecho abeja y con una curiosa inocencia.

Entonces ¿por qué esta película no es "lo mejor" que le pasó al mundo desde el último episodio de Seinfield? Por varias razones supongo. Me atrevo a esbozar algunas: primero, Seinfield era un programa de televisión o un show de Stand Up, nunca cine; segundo, son claramente reconocibles los límites de Seinfield y los manotazos de ahogado de los directores-empleados.

A mi ver, estos dos puntos afectan drásticamente a la película. El Seinfield productor no maneja, ni aspira a hacerlo, ninguna cuestión de la puesta en escena. Con la salvedad de las buenas imposiciones televisivas que narran (en el mejor de los casos) o acompañan (en el peor) su comedia, la puesta en escena aquí no es más que un complemento. Una especie de bache dentro del delirio Seinfieldístico (por momento genial, en otros: fuera de sitio) que resulta frío o exagerado en la mayoría de los casos. Por ejemplo, uno de los primeros planos de la película es un alejamiento desde uno de los zapatos de nuestro personaje abeja. Escenísticamente, esta presentación resulta apropiada: hete aquí el pequeño mundo que nos rodea, como si la cámara fuese una lupa. El plano culmina en Barry y, a partir de ese momento y durante varios más, la cámara no hará más que mostrarnos a Barry (la aveja Seinfield). Esto, honestamente, no está nada mal; pero no es cine.

La narración se detiene, la dramatización se detiene, la puesta en escena se detiene: para hacernos reír. Y no está nada mal; pero no es cine. En Bee Movie uno puede dejar de mirar, por la misma razón por la que para de reír: porque no es cine. Buster Keaton, por citar un ejemplo de comedia cinematográfica, nos impide dejar de mirar y nos hace reír siempre que así lo quiere. Seinfield nos hace reír mucho aquí, pero de ser por él (o de ser él), nos reiríamos todo el tiempo, y no es lo que sucede. La película se parece más a un reencuentro con Seinfiled (muy grato reencuentro), que a una película cómica. Es como estar en una reunión donde Seinfield hace chistes durante 91 minutos; o como ver un Stand Up especial con Jerry disfrazado de abeja durante 91 minutos.

Y por esto buscar una mirada en la película es vano. Porque los disparadores visuales aquí no están unidos por un único ojo. De aquello se encargan los directores (grúa desde el zapato), de esto Seinfield el guionista (diálogo eligiendo la ropa), y de aquello otro Seinfield el productor (plano televisivo de la aveja aseándose con miel). No es que sea una película esquizoide, es que es la película de un productor, que para nuestro común agrado y nada más, es Mister Jerry Seinfield.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Quantum of Solance

Hace unos días, copado con David Mamet, me ví dos películas. Una de él: Cinta Roja; y otra escrita por él y un poquito más: Edmond. No voy a tildarlo de genio revolucionario ni mucho menos, pero el loco maneja con muchísima precisión una cosa absolutamente fundamental para el cine: la dramatización. Jean Claude Carriere decía que lo peor que nos puede pasar como narradores es que nos sean indiferentes. Es imposible ser indiferente a Mamet. ¿Por qué? Porque cada suceso está intríncecamente relacionado con el siguiente ¿y/o? el anterior de tal forma que uno siente que está en uno de esos días donde pasa de todo y cortás y te llaman y te vas corriendo porque no llegas y en el camino ves un ómnibus que choca contra un tacho de basura y lo hace mierda y de él cae un maletín lleno de... ¡Eso! Dramatización. ¡Yo quiero saber lo que hay adentro del maletín la concha de la madre!

Rohmer decía (ay, sí, estoy citador hoy!) que en el cine no se trata de decir que alguien es algo sino de mostrar cómo lo es, lo cual es infinitamente más dificil. Mamet hace eso tan bien, que al principio uno no puede dejar de espectar. Divina palabra que está entre sorprenderse, esperar y mirar (de un modo muy caprichoso).

Quantum of Solace está en la antípoda opuesta del cine. Está muy cerquita (y de un modo muy poco caprichoso y positivistamente perceptivo) de la mala televisión y de los malos videojuegos, toqueteándose con la publicidad a cara de perro.

La película pretende repetir fórmula y eso lo deja claro desde el principio cuando le dedica unos pésimos 15 minutos a una persecusión por las tejas de Sicilia. ¿Por qué la persecución de 15 minutos por las construcciones en Casino Royale es dramatización y esta no? La razón es sencilla pero merece desarrollo más allá de la siguiente sentencia: en Casino Royale uno está desesperado por que Bond agarre a ese negro para saber por qué coño amerita semejante persecución (y, la puta madre, se suben a un pelotuda grúa...): entonces este Bond es un enfermo, este negro un terrorista anormalmente despiadado, o peor, el tipo que tiene las palabras que faltan saber para poder atrapar a... y en nuestro inconciente surgen infinitas hipótesis. Quantum of Solace se define desde un primer momento: esto será una espectacularidad. Pero por qué no te vas a la puta que te parió.

Y es lógico. Marc Forster, que hizo "películas de personajes", se enfrentó a esta espectacularidad de 225 millones y espectacularizó. Y no dejó de espectacularizar. Hacia el final, cuando la película trata de "adentrarse" en las "motivaciones" y Bond, que estaba equivocado, cambia; y la otra está a punto de alcanzar su objetivo, pasa lo mismo. Nos chupa un carajo. ¿Y cómo no? Sigo... ¿De qué modo puede importarnos o siquiera interesarnos que la mina mate a este milico que siempre deseó matar si nosotros sabemos que desea matarlo porque, sentada con Bond en las rocas, le dice "Oh, ese hombre entró por la noche en mi casa, mató a mi padre, maltrató a mi hermana y a mi madre, y luego las mató y quemó la casa... A mí me dejó porque tenía 7 años" (y no estoy exagerando, tiene comillas)? Recito a Rohmer: "no se trata de decir que alguien es algo sino en mostrar cómo lo es". Ella no es vengativa. Ella está ahí todo el tiempo, siendo una actriz linda y actuando de mujer Bond hasta que al final DICE que quiere matar a este milico fulano porque... bla, bla, bla. Es todo una mierda...

Sinceramente, me aburrí como un hongo. Ni las tomas de 300 mil dólares me la hicieron divertida. (*)

domingo, 7 de diciembre de 2008

Publicidad de XBox 360

Estaba al tanto de que existe este tal XBox al cual se juega moviéndose realmente. Si tengo que tirar fruta digo que es como el invento post-maquinita-de-bailar, que conquistó a medio mundo.

Hete aquí que en ese anexo de youtube.com que hay en este blog (que funciona a partir de unas palabras clave que le marqué: "ad" en este caso) aparece de vez en cuando esta publicidad. Yo la recomiendo.

Son las 12 hs. de un domingo y me la voy a hacer corta; pero es difícil hablar de publicidad. La realización de esta cosa, para sus propios fines, es espectacular; en el fondo son una mierda de gente.

Veanla antes de leer más porque voy a hacer incapié en un punto específico y revelar detalles de la tramilla. http://www.youtube.com/watch?v=qNuRQmvykwk.

La cosa empieza y con una energía de policial de Guy Richie todo el mundo empieza a apuntarse. El sonido, la actitud de los personajes y la puesta en escena, le dan una seriedad (a drede) a la cosa. El tema es que, cuando llega la musiquita jocosa y ya todos se están haciendo mierda, empieza a surgir como una disonancia. "Pero pará: ¿qué onda entonces? ¿esto es posta o en joda?". ¡Y el XBox (como el GTA3) sólo se pueden plantear en joda! Me dirá el creativo pajero que la ideó que lo están haciendo con las manos, que no tienen armas. ¡Y acá mi punto! No importa que lo hagan con flores: si lo "filmás" como si fuesen armas y que la cosa se pudre, la cosa va en serio. Y para mí, acá, lo filman como si fuesen armas.

La resolución (que en sus términos está bien, yo qué se...) no te hace sentir que todos estaban jugando: te hace sentir que todos son unos enfermos (por matarse entre ellos, no por jugar) menos uno sólo que dejó de ser un enfermo por un ratito para contestar una llamada y que ya vuelve.

Está jodida la cosa... Porque tipos que "saben filmar" se ponen al servicio de débiles mentales o gente mierda (los creativo publicitarios) y entonces lo que estos enfermos quieren que suceda (que Xbox parezca "real"), aquellos lo saben filmar y, por lo tanto, sucede... Sin nadie más que el mercado para hacerse responsable de los daños ¿morales? Yo qué sé, la gran puta...

jueves, 4 de diciembre de 2008

Ideas sueltas sobre Buster Keaton

Ayer vi "Go West" (La Conquista del Oeste, 1925) de Keaton. Es, creo, la quinta película que veo: Las Tres Edades, Las Siete Oportunidades, Nuestra Hospitalidad, El Boxeador... Sí, la quinta. También vi algunos de los primeros cortos de su carrera como actor, acompañando a Roscoe "Fatty" Arbuckle (director/actor de estos cortos).

Aquellos cortos tienen, además de la fija de que alguien o algo se va a comer un pastelazo de crema, muchos de los principios cómicos que después se pueden ver, elevados al nivel de genialidad, en las comedias de Keaton... Los personajes saltan, corren pa' todos lados, se enganchan en cosas...

Al punto. Ayer, cuando terminé de ver esa película, me formulé algunas ideas sobre su comedia. Me surgió la hipótesis de que la comedia de este hombre se trata de un choque. ¿A qué me refiero? Me da la sensación de que siempre, en todas las películas que le ví, su personaje se mete en un mundo al que no pertenece y allí choca contra todo (casi casi todo) lo que se le cruza. Me refiero con "choca" a, sencillamente, que se dispone a hacer algo y que le sale mal. Creo que de ese choque y de la reacción de Buster a ese choque surge su comedia. Quizá lo segundo tenga más peso a la hora de provocar la carcajada. O sea, partamos de este principio: es imposible no reírse de Buster Keaton. ¡¿Por qué?! Creo que porque es tan inocentemente tierno, tan bien intencionado, tan inconcientemente torpe, que cuando lo vemos pifiarla y quedar impávido revolviendo un helado batido que se le desbarata por todos lados, lo único que puede pasar es carcajada. En este sentido, sería su actuación (demasiado perfecta) lo que provoca la risa.

Y en realidad su actuación no consiste en enfatizar con muecas ni gestos ostentosos, ni nada. Buster reacciona a aquello que le sucede de la única manera que podría reaccionar: con una torpe, tierna y bien intencionada seriedad. Tremendamente laborioso, está siempre dispuesto a atravesar cualquier desafío, (¿casi?) siempre en virtud del Amor; podrá ser pisoteado, despreciado, desplazado, pero finalmente se impondrá de algún modo a aquello que lo desafía y triunfará; no juzga sus capacidades en virtud de la cosa sino en virtud del fin que persigue, por lo que nada parecería detenerlo... Comedia de perseverancia, digo ahora. Porque muchas veces la risa surge de que, justamente, vemos a este hombre de gorro aplastado y gestos sutilmente infantiles intentar hacer cosas que, a primera vista, parecen escapar sus posibilidades. ¿Se rió alguna vez Buster en sus películas? En los cortos de Arbuckle se lo ve reírse...

Estoy haciendo evolucionar el pensamiento mientras escribo; me disculpo. Ahora se me vienen momento delirantes a la cabeza: una avalancha de rocas y Buster en el medio; una patota enorme de toros comandada por Buster y una vaca, caminando la ciudad; cientos de novias desesperadas persiguiéndolo por las calles... El caos que alcanzan algunas de sus películas en el momento previo a reestablecer el órden es tan grande y absurdo que invita, también, a la risa. Lo que sí, estoy seguro que si en medio de esos disparates viésemos a, no sé: a Gary Cooper, no sería tan gracioso. O, ojo... capaz que sí. ¡No!

Creo que "el espacio" es una de las herramientas cinematográficas más importantes de Keaton. Por ejemplo, en Las Siete Oportunidades le ví algo que no había visto jamás en ninguna película: el tipo se va de un lugar con determinadas características espaciales y, cuando regresa, el espacio cambió. Buster, al igual que el espectador, se confunde y se dispone a entrar por el lugar donde estaba la puerta y donde no está más. Su cara de lógico desconcierto es, nuevamente, hilarante; y además es un instante: no se queda preocupado por esa puerta. Se confunde, encuentra la puerta en su nuevo lugar, va a ella y listo. El tiempo de la reacción lo hace más gracioso.

Estoy tratando de recordar qué decía Alfonso sobre la diferencia entre Buster y Charles Chaplin pero no lo recuerdo... Apenas esbocé algunas ideas sueltas y probablemente confusas. No tengo del todo claro qué es lo que sucede con Buster. Sé, sí, que ni la comedia contemporánea, ni Chaplin me roban tantas risas. Creo que sólo los Hnos. Marx y él, lograron saltar la rígida coraza que me envuelve y hacerme delirar carcajadas.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Red de Mentiras

Es raro sentarse a ver una película de Ridley Scott y no ser indiferente. Comunmente sus películas: estilizadas hasta la saturación, sin ningún compromiso con los sucesos narrados, videoclipadas al santo cuete, frívolas o superficiales, y mucho más cerca de la publicidad que del cine; generan, al menos en mí, una incredulidad tan drástica que me invitan a irme a la mierda.

Red de Mentiras no es así. La historia es sencillamente compleja: un agente de la CIA (DiCaprio) está en Medio Oriente como mano ejecutora de ciertas acciones norteamericanas que buscan desarmar redes bélico-terroristas. Estas acciones son organizadas, desde el otro lado del mundo y por teléfono celular, por un burócrata (Crowe) al cual no le cuesta dar órdenes mientras ayuda a mear a su hijo.

La mano pajera de Ridley salta por todos lados, pero lo que en otras películas es excesivo y desatinado, acá es un vértigo teleinformativo apropiadísimo. Es lo que diferencia a una simple escena de acción de una composición cinematográfica de sucesos vertiginosos. Cuando la cosa se pudre y la película se empieza a picar, lo que está pasando sí importa porque de algún modo estamos comprometidos con lo narrado: lo mínimo exigible a una película.

También vale aclarar, no hay nada nuevo en esta película. Más bien parecería ser una mezcla taquillera de la franquicia Bourne, Los Infiltrados, Diamantes de Sangre y... La Suma de Todos los Miedos. Pero, por más que nada nuevo pase; sí pasa que se conjugan acá, y de manera armoniosa: acción, película de espías, drama político y humor. Mejunge complicado del que Scott sale bien parado.

Y me retracto: sí hay algo que me pareció nuevo en esta película. No había visto un tratamiento semejante del Medio Oriente. La película, por más que lo parezca con esa cosa de DiCaprio allá y Crowe "acá", no está polarizada. No se trata de ellos y nosotros. Superficialmente, de la manera en la que lo contempla el personaje de Crowe, sí; pero justamente el gran mérito de la película está en trascender esa idea y contemplar un espectro mucho más amplio. Se dibuja así (por primera vez?) un visión norteamericana del Medio Oriente que no está condicionada por apriorismos ideológicos, que aplica técnicas y concepciones ya tratadas (películas globalizadas: Bourne, la nueva cara Bond, Miami Vice...) a un espacio no retratado (Medio Oriente) y que culmina, sin paradoja, con una reconciliación para nada chucanera.

La cinta (dijera Jackie) costó US$ 70.000.000 y recaudó US$ 38.000.000 en los dos meses que estuvo en cartel en USA. Para tener beneficios, teniendo en cuenta la campaña de marketing, distribución y demás?, una película de Hollywood tiene que ganar tres veces su prespuesto.

Por mi parte: * * *.